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Historia del Maestro Adolfo Ernesto Echeverría Comas
Adolfo Ernesto Echeverría Comas cantante, músico y compositor
colombiano Nació en Barranquilla el 3 de septiembre 1932 y falleció
el 20 de diciembre de 2018.
Creció en el barrio San
Roque y realizó sus estudios escolares en el Colegio Salesiano de
San Roque. Durante su estancia en la escuela estuvo interesado
por la literatura y se destacaba por su participación en el coro.
A
principios de los años sesenta comenzó a participar en concursos de
canto organizados por las emisoras locales de Barranquilla, como La
Voz de la Patria y Emisoras Unidas, estos concursos le valieron un
moderado reconocimiento ante el panorama musical de la ciudad y
grabara así su primera canción como compositor, "El Palomo"
bajo el sello disquero Discos Eva, el cual le permitió obtener sus
primeras ganancias como compositor.
El 3 de septiembre de
1961, renunció a su trabajo como vendedor de ropa en el almacén
Casa Vargas para emprender su camino hacia su carrera artística. Con
la liquidación que le dejó Casa Vargas, invirtió sesenta pesos en
una canción que había compuesto para grabarla junto con un grupo de
amigos músicos, conocidos como "El cuarteto del Mónaco".
Estos
tocaban con El los miércoles en la Emisora Atlántico, en esa misma
emisora conoció a Vicenta "Nury" Borrás, una cantante
aficionada que fue invitada a interpretar su primer éxito "Las
cuatro fiestas"
En la década de 1960 formó un
grupo de músicos que impactaron a Barranquilla y sus alrededores, la
Orquesta Mónaco, donde impuso sus canciones importantes como Las
cuatro fiestas, Inmaculada, Amaneciendo y La tormenta. Ganó premios
como el Congo del Oro en 1977, como mejor orquesta del carnaval de
Barranquilla.
En 1965 fue lanzado el sencillo Las Cuatro
Fiestas de Discos Fuentes, el cual le permitió adentrarse mucho más
en el mercado musical nacional. La voz de esta canción fue Vicenta
Borrás, una profesora que combinaba este trabajo con sus deseos de
ser bolerista, más conocida como Nury Borrás. Fallecida en 1995, se
dice que su voz cautivó a Echeverría de tal manera que no aceptó
otra opción y la defendió a capa y espada cuando, ya grabada,
buscaba apoyo para la canción y las críticas demoledoras de los que
aparentemente eran sabios en la industria pasaban por decirle que esa
vaina no la iba a bailar nadie o que se había equivocado al elegir
una voz femenina y rara, pero la canción, rechazada por los
expertos, fue aceptada por el público hasta nuestros dias.
“También
fue un excelso compositor de boleros y un gran intérprete de este
género con canciones como Prejuicios, Necesito un amor,
Felicitaciones y otros temas que fueron de amplia difusión”.
Antonio
Flórez, escritor del libro Adolfo Echeverría, vida y obra musical
¡Siempre ahí!, resalta su trascendencia en México y Venezuela. En
el país vecino con Amaneciendo logró convertirse en un verdadero
fenómeno.
“A inicios de los 70 emprendió una
gira por Venezuela que hizo que su tema se trepara en los rankings
musicales de las emisoras caraqueñas, por encima de El Puma, Los
Melódicos, Rudy Márquez y Mirla Castellanos. De hecho le hicieron
varias ofertas para irse a trabajar como productor de Billo’s
Caracas, La Dimensión Latina y Óscar D’ León, pero optó por
seguir posicionando sus canciones, entre ellas La paloma, La rebelde,
Los gansos, La Gota Gorda y Cumbia marinera, todas convertidas en hit
en el vecino país”.
Detrás de la música festiva con
la que era identificado y alegraba a tantos estaba la melancolía.
Diversas reseñas biográficas suyas recogen dos de sus momentos de
tristeza, que incluso llegaron a poner en peligro la continuidad de
su carrera: la muerte de su hermano Gil en un accidente de tránsito
cuando viajaba hacia Venezuela a reemplazar la vacante que había
dejado José Luis Rodríguez, el Puma, en la Billo’s Caracas
Boys.
Sus quebrantos de salud y depresión empiezan
en los años 90 por la muerte de su madre, a finales de 1990, a estos
padecimientos hay que sumarle que el médico le recomendó no estresarse por lo que se vio obligado a dejar su orquesta.
Económicamente mal, sin apoyo del estado y con promesas
incumplidas de los mandatarios de turno, sufrió varias convulsiones
que lo tuvieron hospitalizado, adquiriendo una bacteria que infectó
parte de su cuerpo, provocando que en el año 2017 sus piernas fueran
amputadas.
En los últimos años, la lucha suya y de su
familia se centró en conseguir una casa que le prometieron muchas
veces diferentes gobiernos y que finalmente se hizo realidad en el
2014, cuando la gobernación del Atlántico, en cabeza de Antonio
Segebre, se la entregó en la urbanización Los Almendros, en
Soledad. La vivienda se convirtió, entonces, en una escuela gratuita
de artes para niños y jóvenes de la zona, donde sus hijos, Ana
Sofía y Adolfo de Jesús, también músicos, eran los
maestros.
Junto a Anastasia Arrieta compartió sus últimos
46 años de vida.Para ella, Adolfo Echeverría era un hombre feliz y
de esa misma forma merece ser recordado. El legado de su obra
musical, que inició en 1962, debe mantenerse vivo. En Colombia, un
diciembre sin sus canciones es casi imposible de concebir ya que su
música se ha instalado en la memoria colectiva de todo un
pueblo.
Para algunos periodistas como Efrain Peñate, las
obras de Adolfo Echeverría son comparables con compositores de la
talla del mexicano Agustín Lara y el boricua Rafael Hernández.
“En
55 años de trayectoria dejó canciones como Lucerito, un lamento
conmovedor que en mi concepto después de su obra cumbre Las cuatro
fiestas, merece total distinción".
Echeverría
fue hospitalizado desde el 4 de diciembre al presentar convulsiones
por una isquemia cerebral. Falleció el 20 de diciembre de 2018. El
barranquillero nacido en el tradicional barrio San Roque, leyenda de
la música tropical y compositor de grandes éxitos como Las cuatro
fiestas, La inmaculada, Amaneciendo, La subienda del pescao, La
tormenta, Gloria Peña, entre muchas otras, murió a las 10:30 de la
mañana en la Clínica General del Norte.
En cada
Día de las Velitas tenía la costumbre de encender un farolito.
También solía entristecerse, según indicaba su hija Ana Sofía,
porque la gente solo se acordaba de él en estas temporadas. La
imagen del maestro triste en la fiesta que su música ayudó a
animar, fue una constante en el final de su vida.
Adolfo
Echeverría deja un maravilloso legado de mas de 2.500 composiciones
musicales a Colombia y al mundo
Discografía
1975: "Acordeón vallenato"
1976:
"Y la Gran Banda"
1977: "Sabroso
Bacalao"
1978: Cumbiando
1979: "Curramba La bella"
1980: "La
Inmaculada"
1983: Que pasó?
1984: "Mechón Cholao"
1985: "Vamos
a Beber"
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